En cambio yo tan fácilmente no señor, dudas de ningún tipo aquí. Transforma mi cerebro no, creí que eras mi hermano, a corazón abierto yo te di la mano. Pensábamos igual en estos días de agonía: la fatiga cotidiana, pero jamás pensó mi mente que mi espalda fuera tu diana. Ahora reclamas que te acepte la partida, de eso nada, muchísima suerte en tu huida. Y que el amor avaro, no te perjudique. Ni que recuerda amores que matan,
hombres en vida hay miles
No hay comentarios:
Publicar un comentario